miércoles, 23 de diciembre de 2009

Desinfectante anímico

Aprender a meditar es más que aprender a poner atención. Es más que percibir la impermanencia de las cosas, más que calmar el cuerpo y la mente. Todo lo anterior efectivamente pertenece al suceso que llamamos meditación. Pero meditar también significa borrar del mapa la barrera entre nuestra consciencia y las emociones indeseables. Meditar es un acto de valentía genuina, es una declaración de apertura y ausencia de miedo. No tiene nada que ver con flores, ni con viajes fantásticos, ni con refugios ilusorios en el bosque, monasterios, habitaciones o iglesias. Claro, cada uno de esos lugares tiene su debida razón de ser, pero la meditación no queda confinada a un lugar. La meditación no tiene lugar (y ya que estamos en estas, no tiene tiempo).

La meditación nada tiene que ver con espacios reducidos, definiciones estrictas u opiniones absolutas. Es una entrega de todo al todo (hasta de nuestras ganas de entregarlo todo). Es unión con el universo entero sin mistificaciones, fantasías, fanatismos o dogmas. Es la forma más sincera y honesta en la que podemos ser y estar.

Una genuina expansión de consciencia implica poner el reflector sobre todo lo que queremos esconder. Iluminación espiritual significa encender la luz en los lugares que hemos tenido bajo llave y permitir que dicha luz consuma todo lo que desea permanecer deshonesto. Para ello meditamos, para encender la luz en todas las habitaciones del reino sin paredes.

Para lograr esto, debemos aprender a abrir el corazón.
Para abrir el corazón debemos dejar de temer.
Para dejar de temer debemos abrir todas las ventanas y puertas.
Para abrir todas las ventanas y puertas debemos tomar esa decisión.
Para tomar esa decisión debemos estar hartos de sufrir.
Para estar hartos de sufrir debemos abrir los ojos y darnos cuenta de que estamos sufriendo.
Para darnos cuenta debemos prestar atención a nuestro cuerpo y mente.
Para prestar atención debemos dejar de escapar del cuerpo y mente.
Para dejar de escapar debemos renunciar a las tentaciones de escapar.
Para renunciar a las tentaciones de escapar debemos estar conscientes de ellas
Para estar conscientes de ellas debemos descubrirlas.
Para descubrirlas debemos querer descubrirlas.
Para querer descubrirlas debemos renunciar a la ignorancia.
Para renunciar a la ignorancia debemos tener el valor ver lo que no queremos ver.
Para tener el valor de ver lo que no queremos ver, debemos ser valientes de forma genuina.
Para ser valientes de forma genuina, debemos abrirnos a sentir lo que no queremos sentir.
Para abrirnos a sentir lo que no queremos sentir, debemos aprender a abrirnos.
Para aprender a abrirnos, debemos aprender a soltar.
Para aprender a soltar debemos aprender a regalarlo todo.
Para aprender a regalarlo todo, debemos dejar de ser posesivos.
Para dejar de ser posesivos, debemos ser desapegados.
Para ser desapegados, debemos descubrir nuestros apegos.
Para descubrir nuestros apegos, debemos encender la luz en todas las habitaciones.
Para encender la luz en todas las habitaciones, debemos aprender a meditar.

La meditación no es un escape más de la realidad, la meditación es un sendero que pocos se atreven a recorrer. En la meditación se sacan todas las espinas y, por lo mismo, eso significa que dolerá. En meditación abrimos todas las heridas infectadas y, como dice mi novia, les aplicamos Merthiolate, dejamos que cicatricen y vivimos el resto de nuestras vidas sin protuberancias sensibles e incómodas.

¿Still interested?

Si es así, sigue leyendo este blog. En los siguientes posts hablaremos sobre cómo meditar de forma genuina, con el corazón abierto, con antisépticos naturales y sin autoengaños.

PD: digo "hablaremos" por que pronto habrá escritores invitados =D
PD2: Esto de desinfectar también se le llama purificación (algo que el "revoltoso" que aparece en la foto llevaba a cabo en ese momento).

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Adicciones universales


Se supone que este blog trata sobre cosas como "expansión de consciencia", "mindfulness" y conceptos similares. Pero se saldrá de esa temática si me vuelvo selectivo y sólo hablo de mi love affair con los sutras, técnicas de meditación y la insistencia en vivir en el ahora o vacío. Entonces, para evitar que eso suceda, ahí les va una lista de costumbres nocivas que, por más que pasa el tiempo, no pasan de moda (y nos encadenan). Además, nos hace bien voltear al espejo de vez en cuando para librarnos de los grilletes.

1. Agredir para que... ejem, ¿nos dejen de agredir?
Es el típico caso de Israel y Palestina. No tiene fin (a menos de que a alguien le caiga la cordura). Vivimos regidos por este patrón. Nadie está dispuesto a ceder y menos si eso implica ser un "perdedor", "cometedor de errores", "pedidor de disculpas", "humillado", "equivocado", "idiota" o cualquier otra cosa negativa que uno piense de uno mismo al admitir las fallas propias. Ah, y antes de que se me olvide: agredir, amigos, no es marcar límites. Agredir sólo tiene un objetivo: destruir. Marcar límites es hablar cuando no estamos de acuerdo con algo.
Efectos secundarios: deterioro de relaciones interpersonales, adicción, culpa, dolor, daño físico.
Medicinas: Asertividad, paciencia genuina, ecuanimidad genuina

2. Callar para evitar problemas
Nunca se ha solucionado un conflicto sin hablar (a menos de que los involucrados tengan telepatía) pero, a pesar de que dentro de nosotros no estamos de acuerdo, seguimos sin abrir la boca. Preferimos que todo siga igual a tener que marcar límites. Optamos por no darnos nuestro lugar cuando nos hablan con desprecio. Decidimos tragarnos el dolor a comunicarle a la gente que nos lastiman, pisan, humillan, etc. Pero, ¿cómo se darán cuenta de que nos agreden si no se lo comunicamos? ¿En verdad creen que la gente es 100% consciente del daño que causa, al estar dentro del huracán de ira? ¿Acaso los agresores tienen una habilidad para sentir nuestro dolor emocional en el momento en el que están poseidos por su rabia irracional?
Efectos secundarios: culpa, odio, depresión, baja autoestima, represión, daño físico.
Medicinas: dignidad genuina, fe en uno mismo

3. Esconder nuestros "defectos"
Hay miles de formas de hacer esto. Con ira vestida de "justicia"; con indiferencia disfrazada de "ecuanimidad" y "paciencia"; con arrogancia con cara de "dignidad"; con "humor" compulsivo que entierra mucho dolor; con codependencia que pretenden ser "bondad", "altruismo" o "compasión"; con respuestas que aspiran a mostrar "cultura", "conocimiento" o "astucia" pero que sólo demuestran que no sabemos de lo que hablamos; con "enterezas" que encubren ruinas emocionales... ¿sigo? Admitir nuestras imperfecciones nos engrandece y humaniza. Una vez más: admitir nuestas imperfecciones nos engrandece y humaniza. Todo teatro está sujeto a caer tarde o temprano.
Efectos secundarios: angustia, estrés, miedo a ser descubiertos, ira, dolor, depresión.
Medicinas: mente despierta, humildad

4. Señalar los "defectos" de forma obsesiva
Esto puede ser en silencio o en voz alta. Lo que en realidad hacemos al hablar obsesivamente de los "errores" de las personas, es mantener nuestro perfeccionismo ilusorio. Y así transcurre nuestra vida. Así muere mucha gente. Este hábito entra también en la categoría anterior: Es una actividad que tiene como objetivo crear una fachada.
Efectos secundarios: amargura, mal humor, coraje, narcicismo, ceguera.
Medicinas
: introspección, apertura, honestidad con uno mismo

5. Aislarnos
Además de permanecer en nuestros hogares, habitaciones o lugares "seguros" para evitar lo que percibimos como "amenazante", recurrimos a cualquier estimulante que provoque euforia, emociones intensas o distracción para crear un refugio. También es común recurrir al "no sé" o al "no me importa" para protegernos de verdades incómodas sobre nosotros. Seguro hay otras formas de aislarnos.
Efectos secundarios: problemas perpetuos, deterioro de relaciones interpersonales, fortalecimiento de adicciones.
Medicinas: honestidad con uno mismo, valentía

Como en el caso de las medicinas químicas, no es fácil tomar las medicinas espirituales. Pero vale la pena.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Usa el veneno


Ayer platicaba con mi novia sobre la tristeza. Conversábamos sobre las miles de razones para estar triste en estos días. Es sabido que las epocas navideñas a veces están cargadas de alegría y otras veces de dolor. Pero en este caso, el dolor es bueno. De hecho, cada emoción horrible que podemos sentir es, en esencia, una fuente inimaginable de sabiduría. Uso la palabra "inimaginable" sin titubeos, cada sentimiento doloroso encierra la llave para despertares que tienen el poder de cambiar nuestras vidas para bien.

No quiero decir que sólo las emociones negativas son la puerta hacia un estado de paz y dicha. La disciplina es común en grupos monásticos, en cuarteles del ejército, en las oficinas corporativas de algún conglomerado, en las escuelas, iglesias u hogares. La disciplina sirve para cultivar una conducta saludable. Pero también tenemos a nuestro alcance, en los estados dolorosos o dañinos, oportunidades para cambiar nuestros hábitos nocivos a hábitos saludables.

¿Qué estados negativos podemos usar para evolucionar? Todos. Ira, celos, depresión, culpa, soberbia, indiferencia, deseo nocivo, distracción, autoconmiseración, codependencia, miedo, etc.

Algunos dirán, "seguro hay truco". Sí, sí lo hay. Hay dos trucos. Los requisitos para usar los venenos para sanar son:
1) Una inmediata e instantánea motivación por beneficiarnos a nosotros mismos y a los demás. A esta actitud le llamaré motivación carente de ego.
2) Una disposición por sentir lo que sea que tengamos que sentir. A esto le llamaremos Apertura sin miedo.

Sin esos dos componentes, sin duda nos haremos daño. Ambos requisitos crean un estado que transforma al instante cualquier negatividad. Es una decisión. No hay necesidad de ingresar a experiencias sublimes o místicas para adoptar esa actitud. No hay necesidad de ingresar al espacio divino o a la vacuidad pura y clara para tomar esa decisión. O la tomas o no. No importa qué tan confundido estés o qué tan inconciente seas. Puedes escoger adoptar esa actitud en este instante o no. No se trata de actuar bien o mal. Correcto o incorrecto. Adoptar o no esa motivación es tan arbitrario como lanzar una moneda al aire. Puedes tomar esa decisión ya, sin titubeos. Ahora los venenos y sus beneficios:

Tristeza
Como dije al principio, las razones para estar triste no tienen fin. Aún después de navidad, si buscamos más, las encontraremos. Pero el dolor de este tipo es señal de que poseemos la capacidad de ver las cosas tal y como son. La tristeza profunda, dentro de su corazón, es alimentada por conciencia y verdad. Ese dolor que sentimos por todo lo que "no está bien" es un deseo infinito por evolucionar. La tristeza es buena, en esencia, es compasión genuina y amorosa. La tristeza es un corazón abierto y listo para derramar toda su sangre para el mundo entero. Al adoptar la motivación carente de ego y la apertura sin miedo, la tristeza es una fuente inagotable de comprensión y sensibilidad. La vulnerabilidad innata a la tristeza es una expresión genuina de cero resistencias, cero violencia, cero intermediarios, cero protecciones, etc. La tristeza pura, libre de egocentrismo y preferencias, es amor sumamente intenso, abierto y 100% conectado con el universo entero.

Ira
Nada como la ira para destruir todo lo que hemos construido y sanado. Pero al pasarla a través del filtro de la motivación carente de ego y la apertura sin miedo, la ira se transforma en un movimiento que diluye cualquier apego. La ira, al analizarla cuidadosamente, es energía que empuja. Es un dinamismo que desea alejar y separar lo más que se pueda. Cuando aparece, la energía de la ira sólo tiene un objetivo: distanciarse lo más que pueda de lo amenazante. Entonces, mientras sucede una riña entre nosotros y los demás, podemos tomar la decisión de adoptar la motivación carente de ego y abrirnos a sentir sin miedo. En ese momento, la ira se transforma: Esa tendencia a empujar, al no tener un apoyo egocéntrico y preferencias, se queda sin piso. Se queda sin un soporte. Ello provoca que la energía comience a empujarse a sí misma como un cohete a propulsión, hacia todas las direcciones, como un globo que se desinfla a toda velocidad. Una vez que esa energía se desinfla a sí misma lo que queda es espacio abierto y pacífico. Cool, huh?

Paranoia
Este suceso también es conocido como necedad, visión angosta, limitada, inflexibilidad, telaraña compulsiva, etc. Antes de la motivación carente de ego, la paranoia es como una imposición de un sistema social de un dictador. No se pueden cambiar las reglas. Las cosas son así y punto. Uno actúa de una sola forma. La paranoia es como un lente que sólo puede observar desde una sola óptica. A pesar de que el universo entero cambia de colores de forma constante, al vivir regidos por la paranoia, nuestra visión sólo puede contemplar al mundo de un solo color. Después de la motivación carente de ego y la apertura sin miedo, la paranoia se percibe como perseverancia. Esa energía necia e inflexible, ahora ya no tiene un punto de vista donde apoyarse, por lo mismo, comienza a ser necia en todas las direcciones. Se transforma en acción pura la cual se manifiesta en actos perseverantes. Es una necedad sin ego y, por lo mismo, es una necedad que beneficia. Es una acción perseverante que no defiende ninguna postura. No hay enemigos, sólo hay acción.

Antojo

En los grupos de recuperación de adicciones, el antojo es un verdadero peligro. Es lo que desata una recaída en el alcohol, drogas, sexo irresponsable, apuestas, peleas, victimización, etc. El antojo es el paso previo a la alimentación de adicciones. El antojo es consumo potencial. El antojo es apego por sensaciones o por fantasías mentales. No obstante, al usar una óptica libre de ego y libre de miedo a sentir lo que sea, la energía presente en el antojo es energía que consume todo lo que hay en el universo. Ese fuego inherente al antojo es fuego que no es selectivo. No hay preferencias. El consumo, de nueva cuenta, es en todas las direcciones. Entonces, cuando aparecen las ganas de consumir, ya sea enervantes o a las personas (por medio de ira o soberbia), podemos optar por sentir sin miedo esa energía y dejar que se consuma a sí misma. Devora nuestras ganas de pelear, nuestras ganas de sentir euforia, nuestros deseos de comprar, nuestros pensamientos y emociones. Al hacer esto, sin proteger nada, el deseo se consume a sí mismo y lo que queda es libertad de adicciones.

Dejaré el resto de los venenos para otros posts. De lo contrario éste será muy largo. Por lo pronto ya tenemos perspectivas nuevas para trabajar con la tristeza, ira, paranoia y antojo.

martes, 1 de diciembre de 2009

Desvanecimiento

Y ahora, una introducción más a la naturaleza de la mente:

El vehículo
Me siento cómodamente. Me siento y me relajo con los ojos abiertos. Enderezco mi postura para poder respirar libremente. Con suavidad dirijo mi atención a mi respiración. Tomo consciencia de ella. Noto cómo inhalo y cómo exhalo. Noto ese ir y venir y me subo a ese ir y venir. Como si fuese las olas que van y vienen en una playa.

El suceso
Mientras estoy consciente del ir y venir de mi respiración, me doy cuenta de que sólo es respiración. Podría seguir con mi noción de que es mi respiración pero esta vez opto por reconocerla como una respiración que ocurre. Es un suceso. No es una posesión.

Los componentes
Ese suceso está compuesto de tantas cosas. Está hecho de inhalación y exhalación, de expansión de abdomen y pecho y de contracción de abdomen y pecho. Ese ir y venir está hecho de frescura cuando inhalo y de calidez cuando exhalo. La respiración está compuesta de varias cosas y tomo consciencia de cada una, una por una, justo cuando suceden.

Impermanencia
En el movimiento de la respiración hay un nacimiento, una vida y un fin. Hay un nacimiento de la inhalación, un periodo de vida de la inhalación y un fin de la inhalación. Después hay una pausa. Luego hay un nacimiento, una vida y un fin de la exhalación. Surge, perdura y cesa. Cada movimiento del aire que respiro es como un ser vivo que nace y muere una y otra vez. No hay una inhalación eterna ni tampoco una exhalación que dure para siempre.

La inclusión
Pasa el tiempo y sigo atento a la respiración. Me percato del aire, del aliento, de las sensaciones en las fosas nasales y de los movimientos del abdomen y el pecho. Me percato de todo eso al mismo tiempo. Todo el proceso nace, perdura y muere. Una y otra vez. Decido incluir más sucesos corporales como por ejemplo la silla en donde estoy sentado. Por unos segundos dejo de prestar atención al proceso de la respiración, pero luego regreso a éste con suavidad sin excluir mi noción de que estoy sentado.

La actividad mental
Durante este recorrido consciente de mis percepciones, en mi mente surgen voces mentales con el mismo timbre de mi voz física. Surgen melodías de canciones que he escuchado en estos días. Surgen imágenes, narraciones sin palabras, anécdotas visuales y un sinfín de abstracciones coloridas.

La desconexión
La actividad mental me distrae del proceso de respiración. Sutilmente me molesto conmigo mismo por haberme distraído. Me percato de que mi molestia es mi hábito perfeccionista que no tolera distracciones.

La reconexión
Dejo ir mi molestia, dejo ir mi perfeccionismo, dejo ir mi intolerancia. Después de ese análisis regreso al proceso de respiración. En ese momento sé que hay respiración, silla y actividad mental.

El espacio
Me quedo así, con suavidad, con gentileza y con espacio. Sí, hay espacio. Me doy espacio de hacer y deshacer en esta consciencia. No hay problema si me distraigo temporalmente. No hay problema si me molesto conmigo de nuevo por distraerme. Lo reconozco y me digo que no hay problema y de nuevo me subo al ir y venir de la respiración.

Unión de mente y cuerpo
También hay brazos y piernas. Hay dedos, muslos, rodillas y pies. Hay pantorrillas, hombros, cuello, cabello, rostro y cierta vida en cada parte corporal. En este momento estoy consciente de la respiración, actividad mental y cuerpo entero.

Las necedades sutiles
Junto con todo lo anterior, me percato de los sonidos externos, de mi saliva, de mis tensiones corporales como las de la espalda, hombros, quijada, manos, etc. Me percato tranquilamente de mi esfuerzo por tomar consciencia de todo lo que he conscientizado hasta ahora. Me relajo sin dejar de estar atento. También hay lengua, dientes y tensiones mentales innecesarias como por ejemplo: "Tengo que hacerlo bien" pero sin palabras. Tensiones como "Aguanta, aguanta, no pierdas el estado" pero sin palabras. Las percibo y las dejo ir. Algunas cesan, otras no. No importa.

Las ventanas
¿Y la visión? ¿Los ojos, formas, colores y movimientos visuales? Tomo consciencia de mi vista periférica. De izquierda a derecha sin mover mis ojos. Sólo me doy cuenta de todas las formas y colores que están alrededor del centro de mi visión. No hay necesidad de mover los ojos para percatarme de todo lo que perciben. Ahora hay visión, respiración, sensaciones corporales, sonidos externos y actividad mental.

El observador
Hay alguien que percibe todo lo anterior. Hay "alguien", respiración, visión, sensaciones corporales, sonidos y actividad mental.

La disolución
¿Realmente hay alguien? No. Al igual que mi tratamiento de la respiración, ya no diré es mi visión, mis sensaciones, mi actividad mental o mis percepciones. Sólo hay algo que llamo "alguien", respiración, visión, sensaciones corporales y actividad mental. "Alguien que percibe" es una etiqueta. Una etiqueta de una actividad mental. No es mi actividad. Es sólo actividad mental.

La verdad
No hay "alguien", "respiración", "sensaciones corporales", "actividad mental", "sonidos" o "sonidos". Son sólo etiquetas, en realidad hay sucesos. No hay "sucesos", sólo hay manifestaciones. No hay "manifestaciones", sólo hay dinamismos. No hay "dinamismos", sólo hay ser y estar.

No hay "ser y estar", sólo hay...