martes, 4 de mayo de 2010
Rebeldía redefinida
Cambiar duele. Traicionar nuestros deseos egocéntricos duele. Los fumadores que desean dejar de fumar saben de qué hablo. Los padres que saben que no deben sobreproteger a sus hijos saben de qué hablo. El que debe salirse del estatus quo y que le aterra hacerlo, sin duda sabe de qué hablo. Dejar de hacer lo que siempre hemos hecho (y hacer algo completamente diferente) se siente como una monserga sin sentido, como el peor de los fastidios o como dejar de disfrutar el mejor de los placeres. Por eso le llaman crisis al cambio. Aun si el cambio que se avecina es sumamente bueno, habrá que hacer a un lado costumbres viejas y eso molestará.
Aun después de repetirnos mil veces la lógica que nos revela todas las consecuencias negativas que acarrea, digamos, ser perezosos, soberbios, borrachos o dramáticos, cambiar esos hábitos nunca se siente "bonito" si llevamos décadas realizándolos. Pero si uno se atreve a pasar por tal desagrado, las recompensas son maravillosas. Por ello, este tipo de dolor es el mejor de todos. Por lo regular le llamamos "trabajo anímico" o "trabajo emocional", pero en realidad es una joda anímica y emocional. Se necesita valor para aventurarse en estas jodas purificadoras. Hay cierto heroismo en todo el asunto y a estas alturas y en estos tiempos que saben a "fin del mundo", ser nuestros propios héroes nos urge.
Renunciar al placer de comernos vivos a nuestros "oponentes" cuando revelaron alguna fragilidad en su discurso, es un acto que no se disfruta para nada. Pero sólo los que osan hacerlo, conocen el sabor de la tranquilidad. El resto rumia y rumia diálogos (manifiestos o mentales) en los que triunfan una y otra vez. Se regocijan en sadismos sonoros o silenciosos que, inevitablemente, desembocarán en malestares físicos y anímicos. Aun si la persona a la que hiciste mierda verbalmente es un completo desconocido para ti, todo el suceso te dejará un mal sabor de boca. Si tienes un poco de consciencia espiritual, cargarás con arrepentimiento aunque no tengas ni idea de quién fue tu víctima. Pero si optas por no agredir, evitarás todo ese desgaste emocional.
Si la pereza estanca tu vida, renunciar a ésta es como dejar de disfrutar tu postre favorito. Se siente como lo más antinatural que has hecho toda tu vida. Pareciera que es estúpido ser productivo. Pero el perezoso que osa traicionarse descubre, poco a poco, que la productividad es lo mejor que pudo haberse regalado. Las metas se alcanzan, lo objetivos se logran, los círculos se cierran y se mejora la calidad de vida.
Si detestas la mediocridad de las personas, si las fallas recurrentes de los demás disparan una furia inexplicable dentro de ti, no alimentar dicho fuego se siente como interrumpir el mejor de tus orgasmos. Hay tanto placer en la furia y no perpetuarla se siente como la decisión más irracional que puedes tomar. Pero si no cedes a tal tentación, no sólo dejarás de ser uno de los peores intolerantes del mundo, sino también te darás la oportunidad de proporcionar crítica constructiva al que comete equivocaciones.
Si haces a un lado la penumbra y tragedia psicológica, te aburrirás y dejarás de sentirte especial. Te sentirás como un borrego más del rebaño. Pero voila, te darás cuenta de que no todo es tan malo después de todo. Comenzarás a disfrutar las mieles de reconocerte como alguien capaz de resolver problemas sin perder la cabeza.
Entonces, por todo lo anterior, el consejo de este post es: rebélate contra la lógica placentera del egocentrismo y acoge la friega de cambiar para bien. Si te molesta ser mejor persona, créeme que vas por buen camino.
Dicha friega es como pulir rebabas que no hacen otra cosa que engancharse con cualquier cosa. Es como frenar poco a poco un tren que sabemos que se estrellará si no reducimos la velocidad. Habrá chillidos emitidos por la fricción entre el freno y las ruedas de acero, habrá humo y chispas tal vez. Tal fricción se sentirá horrible. Pero no nos descarrilaremos.
¿Realmente es necesario hablar de todas las recompensas de rebelarse contra la lógica egoista?
Sé subversivo aunque se sienta como lo más incoherente que hagas.
Publicado por
Alex Serrano
en
14:08
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12 comentarios:
Yo lo llamaría rebeldía con alegría =D en verdad me cayo como anillo al dedo tu post amiguita, gracias.
Marilu: "amiguita"? Qué bueno que te gustó =) Un abrazo!
Exacto señor, BRAVO!
Magdalena: =) gracias por todo!
Una joda, sí. O varias.
Amelia: así es, pero creo que esposible encontrarle el gusto a tales jodas. Gracias por comentar Amelia, un abrazo =)
Muy interesante, Alex, como siempre agudo, práctico, y genial, pero incompleto ( ya vale de demonizar al ego, no se puede descartar al ego en nuestra cultura occidental, ni pretender salvar o superar las jodas sin él).Al fin y al cabo , ¿quien disfruta de esas jodas si no es el ego?, un ego mas espiritual, mas centrado, claro, pero ego. Si al final nos quedamos sin nada con que contarlo, ¿de que coño vale, y como darias tu testimonio de esto?
En estas cosas, hay que matizar con escarpelo, si no, se nos vienen los adictos a la desegotización a apuntarse tantos que no son nada, en terminos de realizacion real. Ya se que sabes todo esto, pero en occidente necesitamos el ego para superar las jodas prepersonales e intalarnos poco a poco en las delicias trassperonsales, y encontrar un pto medio entre las depresiones de unas y las inflaciones de otras, sin que se nos pongan siempre de corbata, o se nos suba demasiado a la cabeza. Puede que los budistas o hindues no necesiten un ego tal y como lo entendemos para vivir en su cultura, pero la pregunta es, ¿han descubierto ellos el ego, o hablamos aqui de una limpia prepersonal que pretende pasarse al paraíso trans sin pasar por el ego vulgaris racional, lineal, de todos los dias?. No podemos importar las cosas budistas sin mas en nuestra cultura, y olvidarnos de que el tibet (que es la forma de budismo que nos ha llegado a occidente principalmente) tiene solo una historia de poco mas de 50 años de ego. Hay tanto que contar que voy a tener que escribir un post para explayarme al respecto, asi que gracias por la excusa.
Un abrazo, y gracias.
Cesar: gracias por completar el post ;) Muy importante todo lo que dices para que no brinquemos al otro extremo.
Será que cuando hablo de egocentrismo me refiero a las redundancias del ego y no al ego mismo. No le declaro la guerra al ego sino a las redundancias. Sé que declarar guerrar es Ego, eso soy hermano: Ego. Si no lo admitiera estaría engañándome y, lo que es peor, lastimándome con una redundancia más. Pero en verdad hay amor en estas declaraciones de guerra. Tú sabes que lo hay.
Espero tu post =) Un abrazo!
Lo se, hermano, y si, hay mucho amor en esas batallas.
Pero el enemigo no es el ego, sino la direccion que toma el ego,es decir, si se contrae cada vez mas en esas redundancias, o si va aprendiendo a expandirse y ensanchar límites (que siempre son necesarios) para paticipar de una comunion cada vez mas consciente , pero-he de subrayar eso- sin renunciar a su individualidad.
Creo que nuestros enfoques se complementan, en muchos sentidos, y esto es very good, porque nos aporta crecimiento, traza nuevas estelas y oportunidades de síntesis.
Mas en el proximo post. Abrazos, hermano.
Eso de no renunciar a su individualidad es muy importante ;)
Dice mi admirado Jim Marion, místico cristiano contemporáneo, en su libro "Desde dentro de la mente de Cristo":
"La trascendencia no dual... no significa que nos veamos absorbidos o aniquilados dentro de Dios, como una gota de agua que entra en el oceano... No existe ninguna aniquilación del alma individual, sino que el alma es llevada al interior del Padre para que todo el universo entre en el alma. El océano entra en la gota de agua."
Amelia: En las clases que doy menciono varias veces de que no se trata de abandonar gustos o disgustos. Es tal cual como la cita que mencionas. Gracias por compartir =)
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