domingo, 8 de noviembre de 2009
Dignidad liberada
En una de las clases de meditación que le doy a mi amiga Cristina, mientras conversábamos, poco a poco llegamos al tema de la dignidad genuina o despierta. Es esa dignidad física y mental que es posible obtener si uno le busca bien (o deja de buscar). Primero hablábamos de la generosidad y lo difícil que es cultivarla y luego escarbamos un poco más. Pasamos por la buena conducta, la paciencia y después caímos en la dignidad.
Una lleva a la otra. Una es consecuencia de otra y, según las circunstancias, de repente se vislumbran lazos entre virtudes que aparentemente no tienen mucho en común (como por ejemplo la ecuanimidad y la perseverancia). Solo hace falta distinguir la mecánica de cada cualidad. Dentro de cada virtud hay sistemas microscópicos que dan vida a otras virtudes. Sólo es cuestión de usar dichos procesos esenciales en los días correctos, en las relaciones interpersonales pertinentes y en las prácticas de meditación adecuadas y como por arte de magia surge una habilidad sana.
Pero bueno, volviendo al tema de la dignidad, éste surgió de nuevo en la conversación que tuve con Nandush hace unos días. Ha aparecido también cuando observo las dificultades de algunos amigos y familiares. Por lo mismo, decidí hacer un post al respecto. Trataré de describir la anatomía de la dignidad y mostrar las razones por las que ésta no depende de ningún tipo de máscara, valentía agresiva o arrogancia disfrazada de elegancia.
Primero lo que no es:
La dignidad no depende de logros materiales ni intelectuales
Si uno busca la definición en el diccionario, lo que encuentra uno son palabras como "excelencia", "realce", "cualidad de merecedor o de ser aceptado". Por lo mismo, es natural concluir que para ser aceptado, merecedor o reconocido como excelente, uno debe obtener y comprobar logros. Pero esa es una dignidad convencional. Más aun, es efímera y, por lo mismo, sujeta a renovarse. Endlessly... Eso no es dignidad, es esclavitud.
La dignidad no es la imagen que tenemos de nosotros
La imagen mental también está sujeta a renovarse. Lo que es peor, cualquier cosa que atente contra esa imagen será vista como a)una amenaza, b)como un enemigo y c)como el fin de tu dignidad. Una imagen es sólo eso: una imagen. Algo que debemos proteger, renovar, reinventar y mantener. El tiempo lo borra todo. Este segundo lo borra todo. En el siguiente tienes que volver a decirte que eres digno. Y el que sigue y el que sigue. Si alguien opina lo contrario, irremediablemente tendrás que involucrarte en una lucha absurda. Puede que ganes pero, una vez más, el tiempo borrará eso por lo que luchaste o llegará alguien más a "destruir" tu imagen. Eso no es dignidad. Es un espejismo.
La dignidad es independiente de cualquier anécdota
Al igual que el caso anterior, las anécdotas están sujetas a la impermanencia. Eso significa que tendrás que revivir tu pasado "valioso" una y otra vez para comprobar lo "digno" que eres. Eso explica por qué te repites las mismas historias cuando te sientes mal. Cuando escuchas mil veces una canción, ésta poco a poco pierde su encanto. Lo mismo ocurre con tus anécdotas y, por ende, con tu "dignidad". Eso explica por qué a veces las personas ya no se emocionan cuando cuentas tus historietas. Eso explica por qué a veces tú no te emocionas con tus historietas. Las anécdotas no son dignidad. Las anécdotas son sólo apegos al pasado. Claro, eso no implica que nunca más las cuentes.
No es un premio
Cualquiera que te haya dicho que no posees dignidad por que "no te la has ganado" vive en el error. Sólo analiza la lógica del argumento. ¿Quién decidió que nuestra dignidad le pertenece a otra persona? Y si así fuese. ¿Por qué es así? ¿En qué libro, biblia, constitución o manual de vida se afirma que la dignidad nos la puede otorgar otra persona? Y si le rascas más: ¿Por qué mi dignidad está fuera de mí? ¿Es una cosa? ¿Tiene altura, anchura y profundidad? Cuando alguien más me dice "ya eres digno de...", ¿acaso surge dentro de mí una energía que me hace más valioso de lo que era antes?
Más importante aún: ¿Antes no era valioso?
"Es que no tienes un sólo éxito", "Haces puras pen... equivocaciones", "¿Quién te dijo que mereces la felicidad?", "No has trabajado lo suficiente, no has ganado lo suficiente, no has aguantado lo suficiente, no has sufrido lo que yo he sufrido". Al parecer los "otorgadores de dignidad" no toleran que uno mismo se sienta digno.
¿Quién determinó que alguien más tiene el poder de decidir cuándo tendremos dignidad? Tratar a la dignidad como un premio es una forma de control, descalificación y manipulación.
Tampoco cuánta gente nos acepta, nos reconoce o nos quiere
Se ha concluido que uno es digno, o posee dignidad, cuando muchas personas nos reconocen, nos estiman, o nos quieren. En este caso una vez más le otorgamos el poder a las circunstancias de sentirnos como poseedores de dignidad. Una vez más nos encadenamos a otros. Una vez más nos esclavizamos. ¿Y si nadie nos reconoce? ¿Y si nadie nos acepta o estima? ¿Acaso eso quiere decir que no poseemos dignidad? La necesidad de reconocimiento y aceptación no es dignidad. Es sólo eso: una necesidad. Es como un recordatorio que debemos activar cada día. Esto es una clara señal de que nuestra supuesta "dignidad" es ilusoria y sujeta a renovarse.
Nunca es inventada
Por lo anterior, es evidente que cualquier intento de convencernos de que somos dignos, está destinado al fracaso. No tenemos que convencernos de que poseemos dignidad. Ésta es inherente a nuestro ser. Es innata a nuestra existencia.
La dignidad es:
Lo que somos
Tal cual. Ni más ni menos. Con todas nuestras virtudes y defectos. Es nuestro ser y estar. Así, tal cual.
Cómo somos
Nuestras manifestaciones, en el momento que surjen, justo en esa milésima de segundo en el que nacen, poseen dignidad. Cómo hablamos, cómo caminamos, cómo comemos, cómo nos vestimos y sí, también cómo nos equivocamos. Son errores dignos. Equivocaciones verdaderas que no se esconden. Nuestro buen gusto y mal gusto también es digno. Cada expresión de nuestro ser es instantáneamente un fruto de nuestra dignidad.
Es inagotable
Desde recién nacidos hasta la tumba poseemos dignidad. En ningún momento la perdemos. En ningún momento se acaba. Ésta surge como una fuente incesante de excelencia. Se percibe en cada instante. Ahora, ahora y ahora también. Aquí, aquí y aquí también. Sí también en este momento en el que lees estas palabras. Y en éstas también. Está impregnada en la extensión de cada inhalación y cada exhalación de nuestro cuerpo. Vamos, hasta después de la muerte nuestra dignidad perdura. Se encuentra en nuestras cenizas, en nuestro proceso de descomposición y en el renacimiento elemental dentro de los minerales de la tierra y los organismos de los vegetales y los seres vivos.
Flexible
En cada crisis y en cada momento de felicidad, ahí sigue nuestra dignidad. Se adapta a cada situación sin resistencias y sin pretensiones. La dignidad genuina no depende de condiciones. Es nuestra cualidad de amoldarnos a los problemas para resolver cada detalle, atar cada cabo suelto y llenar cada carencia (con más dignidad). Ante las tormentas, nuestra dignidad permanece inmóvil, como una roca. Ante la calma, nuestra dignidad se mezcla con la dignidad del suelo, del aire y de los cielos. No hay diferencia entre nuestra dignidad y la de los océanos, entre la nuestra y la de los colores de cada flor y fruto.
Elegante
La dignidad es tan sencilla que resulta infinitamente elegante. En su humildad yace su riqueza, en su simplicidad se percibe su solidez. La dignidad despierta no requiere de reconocimientos, ni de elogios constantes. Su distinción llena cada rincón de nuestro ser, cada habitación en la que entramos, cada actividad que realizamos y cada descanso que nos damos.
Verdadera
Una vez que la percibes, la dignidad no deja de expresar su veracidad. Es tan explícita que elimina todas las dudas de uno mismo y de los demás. Y si alguien no deja de cuestionarla, ello se debe a su temor por que nuestra dignidad sea verdadera. Se debe a su temor a que la suya no sea verdadera.
Cómo contactar con tu dignidad:
1. Renuncia a la pretensión
2. Renuncia al deseo de comprobar
3. Renuncia a tu autodevaluación
4. Renuncia a tu sobrevaloración
5. Permanece en el ser y estar genuino
6. Sin esfuerzo déjate llevar por ese Ser y estar genuino
7. Reconoce ese ser y estar genuino como tu verdadera dignidad con libertad total
8. Cultiva el reconocimiento de ese ser y estar genuino con esfuerzo cuando sea necesario
9. Cultiva ese reconocimiento de ese ser y estar genuino sin esfuerzo cuando no sea necesario
Publicado por
Alex Serrano
en
1:13
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9 comentarios:
Gracias, por compartir =P
wow!!!, te leo y parece que estoy leyendo a nuestro gran maestro Trungpa Rimpoché, es un post muy completo y útil.
gracias :)
Mariloops: no hay de qué amiguita =)
Cyn: gracias por tus comentarios y elogios! Son bien recibidos =D!!
Hola Alejandro, Soy Maximiliano, acabo de leer Los Versos sobre los fundmpo (es bastante difícil, voy a amentos del Camino Medio de Nagarjuna que me recomendaste hace ya tieleerlo varias veces mas), sólo pude conseguir el de Kairós porque el de Ciruela está agotado aquí, también he leído un libro de D.T. Suzuki "La Doctrina Zen Del Inconsciente" (Zen doctrine of no mind, no mente, no pensamiento, inmentalidad, etc.)me parece tremendo lo que dice sobre el "Gran Vajra" y la inmentalidad y desapego absolutos.
tambien tengo un material interesante sobre "la sensación de vacío"
No puedo encontrar tu e-mail, por favor escríbeme a
mxms22@yahoo.com o a
maxdiaz62@gmail.com
un abrazo
Hola ... ¿cómo debo llamarte aquí? mejor me abstengo para no cometer un error o "quemarte" con tus seguidores.. jejejejeje
No obstante que es muy profundo para mi nivel de conocimientos, te agradezco por compartir conmigo esta información. Me da mucho gusto ver que estás en un alto nivel personal. Espero poder dedicarle más tiempo a ver tus publicaciones.
Te mando un fuerte abrazo. Tu tío Beto.
Me queda la duda como definimos entonces diginidad?
Lorena: la dignidad es la sencillez de nuestra naturaleza auténtica, sin máscaras, sin elaboraciones y, en niveles más profundos, sin identificación con una identidad ilusoria.
Tío: dime Maestro Yoyo! jajaja Un abrazo y gracias por comentar =)
Gracias.
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